La Organización Mundial de la Salud la define como un estado completo de bienestar a nivel físico, mental y social y no solo la ausencia de enfermedad.
A pesar de ello, cuando hablamos de sentirnos sanos o saludables nos referimos, especialmente, a la esfera física, olvidando por completo las demás. Esto se debe a que:
Las enfermedades físicas son tangibles, se pueden ver y se pueden palpar. Suelen tener una localización clara (por ejemplo, en un órgano), son cuantificables (por ejemplo, el nivel de glucosa en sangre en el caso de la diabetes) o tienen una curación (por ejemplo, la solidificación ósea después de una rotura).
En cambio…
Las enfermedades mentales son intangibles y no se ven. Tampoco tienen una ubicación clara y algunas de ellas se desconocen si remitirán o se harán crónicas. Por lo que una enfermedad mental es difusa y genera incertidumbre.
Si bien es cierto, a raíz de la pandemia por COVID-19 sufrida recientemente, se ha puesto en evidencia la importancia de trabajar y cuidar no solo la salud física sino también la salud mental.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud mental se define como un estado de bienestar en el cual la persona es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, trabajar de forma productiva y es capaz de hacer una contribución a su comunidad. Por tanto, se puede decir que no corresponde solo a la ausencia de problemas de salud mental, sino que está muy relacionada con la promoción del bienestar.
También sería:
Un estado de bienestar general sobre la manera en que piensas, regulas tus sentimientos y te comportas.
Por tanto, la salud mental incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social. Afecta la forma en que pensamos, sentimos y actuamos. Nos ayuda a manejar el estrés de forma efectiva, relacionarnos con otras personas y tomar decisiones.
Está muy relacionada con mantener un equilibrio en las siguientes áreas:
Área individual: autoestima, salud física, habilidades de comunicación y resolución de problemas, etc.
Ambiente: acceso a los servicios básicos, tolerancia e integración, igualdad social, seguridad, etc.
Área socioeconómica: apoyo social, seguridad física y económica, logro escolar, satisfacción laboral, etc.
Tener salud mental nos permite:
Mantener relaciones saludables.
Funcionar en entornos sociales.
Desempeñarte en el trabajo o en la escuela.
Aprender cosas nuevas.
Participar en otras actividades importantes.
A veces, nos suele costar distinguir las conductas normales de aquellas que puedan estar siendo un problema. Sentirse triste, ansioso o enfadado es algo normal en la vida de las personas. En cambio, si esa tristeza, ansiedad o enfado se prolongan en el tiempo y comienzan a interferir en nuestro día a día pasan a convertirse en señales de alarma a las que debemos prestar atención y sobre las que debemos informar a nuestro entorno.
Dormimos o comemos mucho o poco.
Comenzamos a alejarnos de nuestros amigos y/o familiares.
Dejamos de realizar nuestras actividades habituales o aquellas que nos gusta hacer.
Sentimos que nada nos importa o sentimos que todo nos irrita y enfada.
Comenzamos a tener mayor negatividad, ante todo.
Nos sentimos desesperanzados o indefensos.
Tenemos dificultades para concentrarnos en clase o rendir en nuestro trabajo o estudios.
Tenemos pensamientos recurrentes de los que no somos capaces de desconectar.
Comenzamos a fumar, beber o consumir drogas en mayor medida.
Cuando empiezan a aparecer algunas de estas señales de alarma y se empieza a desequilibrar alguna de las áreas mencionadas, anteriormente, suele aparecer una alteración a nivel:
Estas aleraciones provocan dificultades a la hora de realizar las actividades diarias, y debido a su intensidad y frecuencia elevadas produce un fuerte malestar en la persona que lo sufre.
Con relación a la salud mental existe una barrera muy importante: EL ESTIGMA.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), define el estigma como uno de los principales obstáculos en el tratamiento del malestar psíquico.
El estigma radica en la visión anticuada, primitiva y llena de mitos desde la que se perciben los problemas de salud mental.
Actualmente esto se encuentra especialmente alimentado por los medios de comunicación y las redes sociales cuando no se cuenta con información veraz y trato adecuado en relación a los problemas de salud mental.
Sin embargo, nadie estamos exentos de sufrir algún problema de salud mental a lo largo de nuestra vida.
Este conjunto de actitudes negativas y creencias pueden traer graves consecuencias para aquellas personas que lo sufren:
Ocultamiento del malestar. Censura de las emociones y pensamientos desagradables y/o ausencia de reconocimiento de los problemas. Lo que genera una gran interferencia en la búsqueda de ayuda y tratamiento adecuados.
Autoestigma. Juicio hacia nosotros mismos. Lo que acaba conduciendo al padecimiento de la propia persona con problemas de salud mental de: estereotipos (incompetente, débil…), prejuicios (baja autoestima o autoeficacia) y discriminación (fracaso en la búsqueda de empleo…) hacia uno mismo.
Marginación social. Normalización de conductas discriminatorias. Reducción de los contactos sociales y círculo social. Aislamiento y soledad.
Algunos de los estereotipos más comunes: fragilidad, inestabilidad, cronicidad, dependencia, perezoso/a, negativo/a, impredecible, extravagancia, muchas o pocas capacidades a nivel intelectual, peligrosidad y/o agresividad, contagio social…
Algunos de los prejuicios más comunes: miedo, ira. Muy relacionado con lo anterior.
Algunos de los comportamientos más comunes: maltrato, rechazo/evitación, sobreprotección/control/condescendencia… Estos comportamientos pueden ser más evidentes (comentarios negativos sobre la enfermedad mental o tratamiento) o más sutiles (evitación porque piensa que podría ser peligroso). Reforzando todo lo anterior.
Por ejemplo,
Es una persona peligrosa, está loco, pobrecito, no le digas nada, ten cuidado… (estereotipo= creencia).
Sentimos miedo, enfado, tristeza, pena… (prejuicio).
Lo que conduce a la marginación de la persona, a conductas discriminatorias o de acoso (cuchicheos, insultos, risas, faltas de respeto…).
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