Según la OMS, la adolescencia es una etapa de múltiples e importantes cambios. Cambios físicos, emocionales y sociales, por ejemplo, cambios de escuela, entrada al mercado laboral, cambios en las relaciones sociales y familiares, etc. que hacen a los jóvenes más vulnerables ante la aparición de problemas de salud mental.

Según la OMS, la mitad de las enfermedades mentales comienzan antes de los 14 años, pero la mayoría de los casos ni se detectan ni se tratan. De los problemas más prevalentes entre la población juvenil encontramos: el abuso de alcohol y drogas, el suicidio y los trastornos alimenticios.

Actualmente, existe una alta incidencia y prevalencia de problemas de salud mental en población juvenil. Siendo, especialmente, preocupante dicho incremento a raíz de la pandemia (del año 2020 al 2021 su prevalencia se ha duplicado en esta población).

Habitualmente, los problemas de salud mental surgen como consecuencia de una combinación de factores tanto internos como externos. Algunos a tener en cuenta serían:

  • Ruptura sentimental
  • Presión en los estudios
  • Consumo de sustancias
  • Experiencias de bullying
  • Eventos vitales estresantes

Sin embargo, que una persona esté atravesando por un período complicado, no quiere decir que vaya a desarrollar un problema de salud mental. Como veremos, un entorno que le apoye es fundamental.

Por ser uno de los factores de riesgo más prevalentes en la salud mental de los jóvenes se atenderá especialmente el consumo de sustancias.

Las drogas son sustancias que fumadas, ingeridas, inhaladas, esnifadas o inyectadas, llegan hasta el cerebro, alterando sus funciones habituales (atención, pensamiento, lenguaje…).

Algunas drogas son un factor de riesgo importante para que se desencadenen alteraciones del pensamiento, los sentidos y/o las emociones en personas vulnerables.

Por ejemplo, el alcohol o el cannabis, pueden provocar varias reacciones según el tiempo de consumo, dosis y la persona. Pueden empezar activando y seguir relajando, e incluso pueden provocar alucinaciones o sensaciones terroríficas de que te persiguen o que te vas a volver loco (la popular “paranoia”).

El consumo de cannabis es especialmente peligroso, aun cuando se pueda pensar: “eso no me va a pasar a mí”, es necesario contar con una información veraz sobre los verdaderos riesgos de las drogas y valorar si son una buena opción para ti.

Las drogas pueden:

  • Excitarnos: hacer que nuestra energía aumente. Por ejemplo, la cocaína, la cafeína, las anfetaminas, la nicotina, etc.
  • Relajarnos: hacer que nuestra energía caiga. Por ejemplo, el alcohol, los tranquilizantes, la heroína, etc.
  • Tener efectos alucinógenos: alterar nuestra percepción del mundo, de los otros e incluso de nosotros mismos. Por ejemplo, el cannabis, los hongos, el LSD, etc.

En un continuo se podría distinguir las siguientes fases:

  • Consumo esporádico: de vez en cuando. Por ejemplo, en celebraciones.

  • Consumo habitual: frecuentemente y se necesitan mayores cantidades de sustancia que el consumo esporádico. Por ejemplo, el consumo de fines de semana cuando es mayor la proporción de fines de semana que se consume que los que no.

  • Consumo perjudicial: cuando comienza a ocasionar problemas de relación con otras personas o una disminución de tu productividad en los estudios o el trabajo.

  • Consumo dependiente: cuando tienes una necesidad inevitable de consumir en cualquier momento y cueste lo que cueste. En estos casos, aunque la persona se dice a sí misma “cuando quiero lo dejo”, en realidad no puede. Se convierte en un trastorno por uso de sustancias.

Genera graves consecuencias tanto a nivel físico como psicológico:

  • Daños en el organismo. Por ejemplo, bronquitis crónica o cáncer de pulmón por el tabaco.
  • Daños en la relación de la persona con su entorno o consigo mismo. Por ejemplo, conflictos de pareja, desconexión, violencia, pérdida de la noción del riesgo o de la conciencia del impacto de la conducta propia en los demás.
  • Finalmente, puede desencadenar alguna enfermedad mental que, sin el consumo de la droga, podría no haberse manifestado nunca.
  • La presión de los compañeros o amigos puede llevar al consumo de drogas y a su posterior abuso.

  • El alcohol y el tabaco son drogas, aunque en ocasiones no se consideren así socialmente. Producen adicción y su consumo puede llevar a que se consuman otras. Por ejemplo, si ya fumas, será más fácil que en alguna ocasión fumes un porro en vez de un cigarro.

  • No todo el que consume drogas tiene una adicción… pero está más cerca de llegar a tenerla.

  • Todas las drogas pueden crear dependencia, y el que la generen o no está condicionado principalmente por la vulnerabilidad biológica y/o psicológica de cada persona. Por ejemplo, el hecho de haber experimentado alteraciones en la percepción o el pensamiento te hace más vulnerable a los efectos de las drogas. Este efecto es comparable al que provoca el azúcar en exceso para los diabéticos. Las personas con diabetes tienen una mala regulación del azúcar en el páncreas, por lo que consumirla altera todo el mecanismo y se necesita, en los casos más graves, un fármaco que regule la actividad pancreática. En el caso del cerebro en adolescentes con enfermedades mentales, las drogas actúan alterando el funcionamiento cerebral, cuya alteración de base ha propiciado la aparición de los primeros síntomas. Como resultado, aparecen recaídas, hay que realizar ajustes de medicación, etc.

El cerebro y la mente adolescente son mucho más sensibles a los efectos del alcohol, de la marihuana y de otras drogas. También lo son a la falta de sueño y, especialmente, al estrés y a la presión. Por todo ello la adolescencia es una etapa compleja, dónde pueden ocurrir muchas situaciones de riesgo y aparecer importantes malestares mentales.

Por todo ello, la adolescencia es una etapa crucial para fomentar la prevención de afecciones de salud mental y promover una salud mental positiva.

A continuación, se recogen algunas PAUTAS importantes para iniciar el cuidado de nuestra salud mental:

Como punto de partida, saber pedir ayuda. A veces, hay situaciones en nuestra vida que nos sobrepasan y no sabemos qué hacer. Es importante pedir ayuda a un adulto con el que nos sintamos a gusto (padre, madre, hermano, profesor…).

  1. Mantenimiento de buenos hábitos de sueño. Es importante dormir entre 8-9 horas al día y tener horarios de sueño ajustados.

  2. Alimentación sana y equilibrada. Intentar comer de todo y realizar cinco comidas al día. Siendo importante también darnos ciertos caprichos de vez en cuando (“A nadie le amarga un dulce”).

  3. Practicar actividad física y deporte. Aunque no practiquemos ningún deporte concreto, es importante mantenernos activos en nuestro día a día (ir andando a los sitios, dar una vuelta con amigos…).

  4. Ocio y tiempo libre. Realizar actividades que nos gusten y motiven.
    Y todo esto si es dentro de una RUTINA ¡mucho mejor! pues nos ayudará a organizarnos.

  1. Evitar el consumo de sustancias. Especialmente, el consumo de drogas y el abuso de alcohol, ya que puede ocasionar daños muy serios en nuestra salud mental.

  2. Potenciar nuestras relaciones sociales. Relacionarnos, salir con amigos y hacer actividades juntos. También es importante cuidar nuestras relaciones en casa, pues si en casa todo va bien estaremos más tranquilos.

La familia apoya a Teo
Teo y su psquiatra
Teo pide ayuda con profesionales apoyado por su familia
Teo y su psicólogo
Teo y u familia